El concepto de Resiliencia se ha puesto en boga en las últimas décadas, especialmente en el campo de las Ciencias Humanas. Ante la compleja situación que estamos viviendo en el mundo, la Resiliencia es una de las competencias clave para afrontar los retos de la vida diaria y, al mismo tiempo, continuar acercándonos a lo que queremos para un futuro. Además, y esto si puede parecer nuevo, esta también asociada al fortalecimiento de nuestra salud.
Qué es la Resiliencia?
La resiliencia es la capacidad de hacerse cargo de las adversidades de la vida, afrontarlas, resolverlas e incluso salir fortalecido de ellas. Todos hemos conocido personas que ante vivencias extremas tales como guerras, catástrofes, accidentes graves, situaciones de abuso, pobreza extrema, o una pandemia, no solo afrontan y resuelven la situación, sino que, además, aprenden de ella nuevas habilidades que los llevan a un crecimiento personal y/o profesional. La famosa frase que tanto hemos escuchado “toda crisis es una oportunidad” se convierte en realidad para las personas resilientes.
¿Cuáles son las características de una persona resiliente?
Son personas introspectivas, que se conocen a sí mismas, sus fortalezas y áreas de desarrollo, son capaces de tomar distancia de los problemas y analizarlos, generalmente tienen buena capacidad para relacionarse con otras personas, pueden mantener buen humor, tienen valores claros y bien definidos y son creativos; por lo general ante cualquier situación se hacen cargo o buscan ayuda para resolverla, se plantean metas en lo personal y en el trabajo y se mantienen enfocados en función de lograrlas. También no menos importante, se ocupan de su propia salud, cuidan su alimentación, realizan ejercicio físico con frecuencia y buscan el contacto con la naturaleza.
Todos conocemos personas resilientes. Un ejemplo que siempre me ha fascinado es el de Víktor Frankl, psiquiatra austríaco, quien vivió varios años en campos de concentración nazis y posteriormente, fundó la Logoterapia, hoy conocida en todo el mundo. Y así, seguramente podemos pensar en muchísimos ejemplos de personas que, a pesar de vivir terribles experiencias, han logrado trascenderlas y convertirse en personas de gran éxito personal y/o profesional. Esas personas son para mí objeto de admiración y ante momentos difíciles pienso en ellas para inspirarme.
¿Se puede aprender la Resiliencia?
Definitivamente sí. En mi ejercicio profesional me he dedicado al Desarrollo Organizacional, así que creo fervientemente en la posibilidad de aprendizaje del ser humano; he presenciado y como coach he acompañado procesos maravillosos de transformación individual y grupal: lo principal que se requiere es la voluntad de hacerlo. En lo personal, cuando me enfrento a situaciones retadoras me gusta reflexionar y organizar mis ideas (si la situación lo permite) y luego trazarme una estrategia a seguir. Si no sé qué hacer, busco ayuda. Es clave mantener comunicación con nuestro entorno. Muchas soluciones se consiguen conversando, las redes de contacto y apoyo son y serán siempre fundamentales.
Las personas resilientes son personas flexibles, capaces de manejar situaciones de ambigüedad y abiertas a aprender, todas competencias clave en estos momentos que vivimos.
Qué relación tiene la Resiliencia con la salud?
Considero que la salud es la cualidad fundamental de todo ser vivo, y por supuesto del ser humano. Las personas resilientes afrontan las situaciones de distrés de una manera que les permite verlas como oportunidades de aprendizaje.
En este sentido, Seligman y Czkszentmihalyi (2000) afirman que la Resiliencia contribuye a la calidad de vida y es un eficaz amortiguador del estrés.
En fecha reciente tuve oportunidad de participar en un entrenamiento corporativo de Resiliencia en el que nos mostraron tres tipos de estrategias para afrontar situaciones de estrés que les quiero compartir:
- Reactivas: son aquellas que te permiten tomar acciones de corto plazo para resolver una situación. Pueden ser soluciones saludables, como hacer ejercicio, hablar del problema con alguna persona u otras menos alineadas con nuestro bienestar como consumir alcohol en exceso, fumar, consumir alguna droga, culpar a otra persona o negar la situación. Estas estrategias pueden resolver la situación de forma temporal, siendo su efecto de corto plazo
- Activas: Consisten en hacerse cargo de la situación de manera de eliminar el estresor. Estrategias como revisión de procesos, manejo del tiempo, análisis de situaciones pueden ser muy útiles y ayudan a veces a reinterpretar o incluso eliminar la situación que produce estrés en forma permanente
- Proactivas: no es más que el desarrollo de la resiliencia a través del aprendizaje de nuevas habilidades tales como: Asertividad, Resolución de problemas, Manejo de Conflictos. Herramientas como Mindfullness, Meditación, Relajación, Yoga, entre otras, también son de gran utilidad. Esto nos ayuda a estar preparados para las situaciones de cambio y son estrategias de largo plazo.
Lo último que quiero mencionar es que ante hechos tan complejos como los que estamos viviendo, con entornos tan cambiantes, la Resiliencia es y será una competencia fundamental para los que tenemos posiciones de liderazgo en los diferentes ámbitos de la vida. Considero que es nuestra responsabilidad ser agentes de cambio y modelos de estrategias de afrontamiento positivo. Es muy importante ser conscientes que nuestro estado emocional impacta en otras personas. Es por ello que, si somos líderes de alguna manera: jefes, padres, maestros, es clave que trabajemos en fortalecer en nosotros mismos la resiliencia y así contribuir a la construcción de mejores familias, mejores empresas, mejores países y un mejor planeta.
María Isabel Amarista
Consultor
Murá, Servicios de Consultoría Organizacional