La Teoría U plantea un método de transformación del liderazgo empresarial basado en la tesis de que todo cambio profundo de la conducta humana requiere “ir a lo más profundo de la conciencia”. Encarar los desafíos del mundo moderno requiere “escuchar y dejar emerger la sabiduría interior”. ¿Cómo lograrlo? Siga leyendo. Buena parte del trabajo práctico y filosófico de Murá se sustenta en esta teoría.
¿Qué estados mentales, qué niveles de conciencia y de atención experimentan los mejores atletas del mundo? ¿De dónde provienen -y cómo son- las capacidades emocionales de un verdadero líder? ¿Cómo logra la victoria el mejor equipo del mundo? ¿Qué técnicas psicológicas o emocionales emplea?
¿Cómo se sincroniza una comunidad o un equipo que alcanza desempeños técnicos, humanos o profesionales estratosféricos? ¿Qué emociones y pensamientos registra, por ejemplo, Leo Messi, cuando logra sus inexplicables hazañas en el campo de fútbol? ¿De dónde surge, cómo es el estado interior que conduce a Serena Williams, a constituirse en la mejor tenista del mundo?.
Bill Russell (Luisiana, 1934), jugador clave en el equipo más exitoso de baloncesto de todos los tiempos en Estados Unidos, (Boston Celtics, que ganó 11 campeonatos en 13 años), describió el estado interior que alcanzaba en algunos momentos de juego:
Es una sensación difícil de describir, dijo.
– Hubo momentos –agregó- en que yo podía sentir mi juego elevarse a un nuevo nivel. Esto no aparecía con mucha frecuencia, y podía durar entre cinco a quince minutos, o más.
– Esta sensación me rodeaba no solo a mí y a los otros Celtics, sino también a los jugadores del otro equipo e, incluso a los jueces. En este nivel especial cualquier cosa extraña podía suceder. El partido podía estar en su mejor momento y, sin embargo yo no me sentía competitivo, lo cual era un milagro en sí mismo,” aseguró.
-Yo estaba haciendo mi mayor esfuerzo, llevándome a mis extremos, tosiendo parte de mis pulmones mientras corríamos y, sin embargo nunca sentí dolor.
Bill Russel
El partido se desenvolvía a una velocidad tan rápida que cada pase, cada cambio o cada amague llegaba de sorpresa, y sin embargo nada podía sorprenderme , agregó.
– Durante esos hechizos yo casi podía sentir cómo se desarrollaría el juego y cuál iba a ser el siguiente pase. Incluso antes de que el otro equipo llevara el balón al área, yo podía sentirlo con tanta claridad que quería gritar a mis compañeros de equipo: ¡ahí viene! – solo que yo sabía que todo cambiaría si lo hacía. Mis premoniciones eran acertadas y siempre sentí que yo no solo conocía a todos los Celtas de corazón, sino que además conocía a todos los jugadores del equipo contrario, y que ellos me conocían a mí, sostuvo.
– Ha habido muchas oportunidades en mi carrera en las que me he sentido tocado o lleno de alegría, pero estos eran los momentos cuando yo sentía escalofríos en mi columna (….); cuando el juego terminaba en ese estado especial, a mi literalmente no me importaba quien había ganado o perdido. Si nosotros éramos los perdedores yo me sentía tan libre como un halcón,” remató.
Transformación
El testimonio de Russel fue considerado por investigadores del Instituto Tecnológico de Massachussetts (EEUU) al iniciar en 1996 un estudio sobre estrategias de liderazgo y cambio, basados en altos niveles de conciencia.
La investigación fue liderada por Carl Otto Scharmer y sus colegas Joseph Jzworskl, Peter Senge y Betty Sue Flowers, pioneros en el aprendizaje organizacional. Sus estudios dieron origen a un modelo de transformación de liderazgo que llamaron Teoría U y que hoy está siendo usado por numerosas organizaciones y agentes de cambio.
Scharmer inicia sus explicaciones sobre el modelo U reiterando que el mundo atraviesa una época de “fracaso institucional”, hambrunas, cambio climático, pobreza masiva, violencia, terrorismo, genocidio ecológico, oligarquías financieras, migraciones, desigualdad, violencia, quiebra de la fraternidad humana, confusión, crisis de valores, disolución de viejas certezas. El investigador cuestiona radicalmente, con asombrosa libertad, al sistema capitalista sin llegar a proponer ninguna otra cosa que no sea su transformación.
Advierte el fin de un modelo de pensamiento, el resurgimiento de un nuevo sentido común y de un liderazgo colectivo capaz de “abordar el punto ciego de nuestro tiempo” a través de elevados niveles de conciencia, atención y presencia plena. La clave de la Teoría U está en ir a lo más profundo de la conciencia del individuo, asegura.
Cuando esto sucede, las personas y los grupos entran en contacto consigo mismos, desplazando el estado interior desde el cual operan. Justo en ese punto, se genera creatividad, se desarrolla intuición, premonición y se pueden vislumbrar cosas de futuro, tal y como lo describe Russel. Este es el liderazgo que demandan los nuevos tiempos; “liderar desde el futuro, mientras este emerge”; añade Scharmer.
Lo que cambia la calidad de los resultados en cualquier sistema es el nivel de conciencia desde el cual operan las personas que participan en él; el “éxito de una gestión depende no de lo que hacemos, ni cómo lo hacemos , sino desde el lugar interior desde el cual actuamos, agrega el sacerdote católico puertorriqueño, Feliciano Rodríguez al exponer la Teoría U ante su comunidad.
El método U también retoma el planteamiento de Albert Einstein, según el cual no podemos resolver los problemas, con el mismo tipo de pensamiento con el que fueron creados. La Teoría U exige, pues desprenderse de todo lo aprendido, escuchar intensamente “lo que la vida nos está diciendo”, así como a todas las voces que integran el sistema; observar, observar, observar con la mente, el corazón y la voluntad abierta la situación –la realidad planteada-, conectarse con el origen de uno mismo, “ir al lugar del silencio y permitirle al conocimiento interior y colectivo emerger”.
Luego, retirarse, reflexionar, dejar atrás el pasado, suspender los juicios, dejar ir los hábitos y modelos mentales pasados, confiar en que emergerá una nueva sabiduría y actuar rápidamente, después de esta suerte de “renacimiento”.
Texto: Natacha Salazar /Murá